¿Ciudades grandes o ciudades pequeñas?

domingo, 26 de mayo de 2013

Esa ciudad que no se pensó.


Maringa, Brasil
Foto: skyscrapercity.com
Las ciudades planeadas como las conocemos ahora tienen un claro inicio de sobrevivencia a partir de la finalización de la segunda guerra mundial, pues era la oportunidad perfecta para replantear el panorama, era un ambiente para pensar, soñar y crear.


Las condiciones existentes en ese entonces eran las piezas que hacían falta para planear una ciudad, no la ciudad como la que conocemos ahora, sino la ciudad como la que tendremos mañana.

La guerra terminó y esa ciudad no se pensó, por lo tanto, anarquía creo. Llego el siglo XXI y con ello el debate creció, no era correcto lo que estábamos haciendo y por ello una llamada de auxilio se lanzó, no fue a partir de la sociedad, no fue a partir de la naturaleza, curiosamente fue la misma ciudad que pidió su intervención. Muchos países tomaron cartas en el asunto; pero en un ambiente local nosotros no tomamos en cuenta esa llamada de auxilio, aunque tengamos Leyes y Reglamentos muy audaces siempre escucho decir que es más fácil quebrantarlas que hacerlas cumplir.

Creemos en la ironía de copiar el modelo de ciudades privilegiando el uso del automóvil, creando casas, pero no ciudades; seguimos en el entendido de que un automóvil es mayor referencia de plusvalía que una maestría.

Estamos en un país donde tres cuartas partes de la población ya viven en zonas urbanas, hemos manifestado que la gente ya no quiere trabajar el campo, probablemente la migración rural hacia las ciudades sea una condición social donde irónicamente buscan la calidad de vida, una calidad que difícilmente encontrarán dado que en México la movilidad social es casi nula, hay cifras alarmantes donde nos dicen que 48 de cada 100 mexicanos que nacieron en pobreza morirán igual, en nuestro país aún vivimos en el entendido que si naces pobre, te quedas pobre y si naces rico, te quedas rico.

¿Qué es realmente lo que necesitamos?

Parece una pregunta difícil de responder, quizás tenga muchas vertientes, pero realmente es fácil a mi juicio su respuesta; el primer paso es sin lugar a dudas llegar a un acuerdo en los tres niveles de gobierno, tiene que haber una mesa para tres: municipio, estado y federación; es erróneo pensar que todo es responsabilidad del municipio, todos sabemos que fracasó el modelo de llevar la ciudad a las periferias, de sacar a los habitantes de sus ciudades, es falso pensar que hay escasez de superficies urbanas, cuando realmente lo que hay son superficies casi inaccesibles y con poca o nula infraestructura de servicios públicos, es una obligación de los tres niveles arriba mencionados regular el suelo evitando su especulación, es por ello que necesitamos y lo repito, necesitamos urgentemente suelo urbano y el único que puede dotar a la ciudad de este suelo en la actualidad es la fusión entre el estado y la federación.

Pasaré a una segunda parte, donde la ciudad necesita emplear a sus jóvenes, pero no sólo de emplearlos simplemente, sino de darles un buen empleo y formal, no sólo de manera económica sino con seguridad social, es preocupante que hoy en día sólo 30% de los egresados en licenciatura tiene posibilidades de encontrar trabajo profesional, y sólo el 58% de egresados de una maestría esta misma condición. Posiblemente esta situación no sea considerada del todo urbana, pero dependen mucho las ventajas competitivas para el futuro económico de nuestras ciudades.

Es una obligación gubernamental reducir la pobreza, pero ojo, esto no significa regalar mediante programas sociales, significa generar elementos de competitividad que puedan dotar de herramientas para garantizar como mínimo la seguridad alimentaria.

Tercera parte. Ser sustentable es nuestra capacidad de perdurar en el tiempo, una cosa es desarrollo y otra cosa es sustentable, difícilmente en nuestras condiciones irán de la mano, aún cuando esto es una obligación.

Hace cuatro años las ciudades ocupaban solamente 0.6% del territorio nacional, sin embargo esta expansión en los últimos 30 años se dio a una taza de 7.4% anual, mientras que la población total y urbana crecían en tasas de 1.7% y 2,7% anual respectivamente, es decir, que con nuestro modelo expansionista de ciudad mientras la población crece 1, las ciudades crecen 3 o incluso un poco más.

Cuarta parte. El estado también tiene que hacerse responsable. Es muy cómoda la postura del estado, vigila, autoriza y cosecha políticamente, difícilmente el estado será enjuiciado. Los proyectos que se realicen deben de ser de IMPACTO, tienen que ser RENTABLES para poder GENERAR EMPLEOS y tener la condición de SUSTENTABLES. Este es trabajo del estado, así que no la tienen tan fácil como realmente piensan. El poder económico del estado se debe traducir en el poder de una correcta urbanización.

La urbanización no debe beneficiar exclusivamente a los desarrolladores de vivienda, debe beneficiar a la población, es una demanda hacer ciudades ya no solamente viviendas. Aquí inscribo la propuesta de crear un impuesto progresivo a la tierra y/o edificios vacantes, esto para zonas prioritarias a desarrollar, si tienes un suelo urbano o con esa cualidad ya no puedes especular y si lo haces tienes que pagar más, esto es justo. Incluir zonas de protección ambiental y zonas de estructura y cualificación urbana dentro de los programas de desarrollo urbano debe ser una prioridad.

Quinta parte. Fomentar la creación e instrumentación de soluciones realmente novedosas y que puedan ser aplicables a la realidad especifica de las ciudades, atrayendo actores e inversiones que hasta el momento no existen o están escondidas en el momento de crear políticas públicas, programas y proyectos de índole urbana.

Gran parte de los problemas que inician en el campo nacen por una mala planeación urbana y por el insignificante desarrollo de nuestras ciudades, por más reformas agrarias que existan mientras no se lleve a cabo una real reforma urbana los problemas rurales no se resolverán y las ciudades seguirán como esa ciudad que no se pensó.