¿Ciudades grandes o ciudades pequeñas?

domingo, 19 de febrero de 2012

Arquitecto, proyectista de sueños.

“Yo creía, como aun creo, que a menos de que exista una justa distribución de la riqueza el trabajo de los arquitectos será relegado simplemente para satisfacer el capricho de los más ricos”. Oscar Niemeyer.
Citando a este gran arquitecto brasileño, considero que la sociedad en la actualidad ha tenido un concepto erróneo de las actividades que un arquitecto puede realizar. Está claro que toda profesión en nuestros tiempos pretende tener una gratificación y entre más redituable sea esta en términos económicos, mucho mejor será vista hasta cierto punto; ¿por qué menciono hasta cierto punto?  El termino económico ha revolucionado nuestra vida porque de ello prácticamente depende “todo”, el comer, el vestir, la salud, etc. Cuestiones tan básicas que decir que para tener acceso a ello se tiene que ganar dinero, podría verse como un atentado a nuestros derechos humanos.
 La intención es dar un breve punto de vista de lo que el dinero ha hecho con la sociedad, y el arquitecto no queda exento en esta actividad.
 A través del tiempo el arquitecto ha realizado diferentes servicios y regularmente estos son en beneficio de la sociedad sino es que siempre. Se ha visto a este profesional como un “constructor de sueños” y esto no tiene un valor económico, porque si se tratara de ponerle precio creo que sería demasiado alto para poder pagar. Independientemente que se cobre por un trabajo, el deleite de saber que el beneficiado está satisfecho genera un valor moral que puede ser considerado como un logro y servicio a la vez.
El arquitecto al igual que cualquier otro profesionista requiere que su trabajo sea remunerado, no por esto quiera decirse que este no es un servicio y solo el beneficio será lucrar. Desde el momento en que el arquitecto acepta un compromiso,  tiene la consigna de brindar su mayor esfuerzo para satisfacer a un tercero, que será el usuario. Es por ello que realizar un servicio será nuestra primera meta independientemente del valor que va adquirir nuestro trabajo, sabiendo que si nuestro esfuerzo es mayor, el beneficio irá en aumento.
Nuestra profesión es prioritaria en términos humanos, no construimos, creamos espacios para satisfacer necesidades, no somos un artículo de lujo, somos especialistas en ayudar a la sociedad desde nuestro flanco. Siempre vamos a dar un servicio porque el arquitecto se debe a la gente.
Hay arquitectos para todo y para todos.

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